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Viva España con honra

Fernando Fernández Rodríguez.

Alternativa Republicana-Sierra de Cádiz.



Se cumple hoy el 90 aniversario del advenimiento de la segunda República, efeméride cargada de simbolismo y cuya celebración no deja de ser motivo de posicionamiento político. Un día en que Twitter, Facebook, Instagram y otros señores de la era digital reciben las publicaciones de personalidades políticas que aprovechan la fecha para asumir pequeñas dosis de barniz republicano en un gesto más nostálgico y teatral que efectivo.

Y llega este nuevo aniversario en un panorama que no acaba de variar en un ápice su planteamiento. Año tras año se repite la misma función en la que la República se convierte en un tragedia propia de Esquilo y en la que existen villanos, figurantes y sin duda traidores, pero en la que los héroes, entendidos no como los que llevan a cabo heroicidades sino, al menos algo fuera de lo normal y corriente, brillan por su ausencia.


El gran acierto de esta función está sin duda en la monarquía actual, la gran protagonista, pues ha conseguido algo que la sitúa en el plano más típico del antaño derecho divino: no tiene que rendir cuentas ante la ciudadanía. Sus defectos, más allá de transmitir sus derechos por linaje de sangre, y sus vicios, ya para pocos pasan inadvertidos. Sin embargo, se sostiene al margen de la puntual censura ciudadana sin responder a cuitas ni comandas, amparada en la sagrada inviolabilidad de su figura, en la más pura tradición del liberalismo moderado, que otorgaba en aquellas constituciones del siglo XIX a la monarquía amplios poderes y prebendas. Y por si fuera poco en una especie déjàvu, aquel sistema canovista iniciado en el S XIX y que torticeramente retorcía la democracia mediante el fraude electoral para mantener una monarquía cómo base del sistema, y en el que dos partidos se alternaban en el poder, se escenifica nuevamente a través de dos partidos sin duda monárquicos, el PSOE y el PP. Sin rubor anuncian su acuerdo para modernizar la monarquía. Un acuerdo que no será consultado al conjunto de la población y que en caso de requerir reformar la constitución se llevará a cabo con la obligada participación de la mayor parte de las fuerzas políticas actuales, cuyo reduccionismo ideológico los lleva a identificar a la monarquía como un elemento base de la democracia actual. Se es monárquico o se es separatista, no hay término medio, nos dicen. Estamos con el Rey o con el comunismo, con la libertad o con Venezuela, tal es la pobreza intelectual que nos transmiten.


Pero no veamos lo malo en el ajeno exclusivamente. Los republicanos necesitamos introspección, con la seguridad de que analizar y denunciar nuestras debilidades es potenciar nuestras fortalezas futuras. Sin duda para la mayor parte de fuerzas de izquierda La República aún sigue siendo ese traje puntual que se sacan determinadas festividades, en determinados momentos, como una razón para justificarse a sí mismas frente al contrario, como un elemento que los separa de la derecha. Parece difícil que en el caso del partido socialista se pueda alternar esta declaración republicana con su compromiso con la monarquía,señalado reiteradamente por sus principales líderes. Sin embargo la necesidad de justificarse a si mismos y a su legado, y de adaptarse aún a las bases socialistas que sienten ese republicanismo, lleva a su cúpula a participar de los símbolos republicanos en las fechas y eventos más mediáticos. La tumba de Azaña, con Sánchez llevando flores, es escenario perfecto para ello, aunque el mejor homenaje que se puede hacer al ilustre e insigne político e intelectual republicano sea luchar por la República.


Los republicanos necesitamos introspección, con la seguridad de que analizar y denunciar nuestras debilidades es potenciar nuestras fortalezas futuras.

Y en el otro lado de la mesa de la izquierda aunque en ocasiones triunfe el paroxismo republicano, no parece que este sea una prioridad en la agenda política, desbordada por el día a día. Lo que hace que sean muchos españoles y españolas los que acaben viendo a la República únicamente como un simple cambio de régimen, ignorando que el cambio que está por llegar es un reto moral, un órdago a un sistema que sigue confundiendo lo privado, o lo del partido y las instituciones, con lo público. Por otro lado poco hacen por la república quienes quieren que ya, como Atenea desde la cabeza de Zeus, nazca guerrera, señera y excluyente.


El gran desacierto del “radicalismo izquierdista” ha sido hacer del concepto de República un espacio asfixiante para cualquier otra fuerza política o de tinte conservador. Querer construir la República desde la izquierda únicamente, lleva a que no se construirá nunca, que sea un simple elemento nostálgico, en el que las tricolores y los eslóganes son parte de una deliberada parafernalia.


El gran desacierto del “radicalismo izquierdista” ha sido hacer del concepto de República un espacio asfixiante para cualquier otra fuerza política o de tinte conservador.

Sea por lo anterior, todo en este debate resulta muy fácil a la derecha política, en la que cabía un espacio republicano conservador, pero que ahora luce inexistente, y que la convierte en un bloque monolítico en su apoyo a la Monarquía. Una tradición política que aún no es capaz de recordar aquellas figuras de renombre, de principios del S XX, cuya ética y voluntad republicana – por más que a menudo se la queramos negar a la derecha- estaba a la altura de la izquierda. Clara Campoamor, inicialmente el partido radical de Lerroux es claro ejemplo. En ese proceso de apropiación de símbolos, casi ningún medio que narraba el homenaje que se le tributó con presencia real recordaba que era Republicana.

Que este nuevo aniversario no nos haga caer en la resignación ni en el desánimo. Los Republicanos seamos de izquierdas o de derechas, somos llamados a darlo todo por la República, una República que como decía Azaña, debe ser democráticamente radical y acoger a todos por igual. Nuestros valores son firmes, nuestra defensa de lo público, de los servicios esenciales, como bien de la nación, sin caer en el infantilismo de querer nacionalizar todo, de la radical separación de poderes, del estricto laicismo, y de la participación democrática son nuestros argumentos. Que se abran los mares y surjan las listas republicanas, que hagan de cada elección un plebiscito y que esta República que soñamos no se quede en el mero cambio de régimen. Ojalá más allá de los desaciertos inevitables nos haga mejores, como personas y como seres humanos. Frente a las luces del hoy, artificiales, nosotros y nosotras queremos las sombras y dudas del mañana.

¡Viva España con Honra!


 

Alternativa Republicana no se identifica necesariamente con los contenidos publicados, excepto cuando son firmados por la propia organización.


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