The Rock. Llaman dictador a Rajoy
Tomás F. Ruiz.
Alternativa Republicana Londres.
Siguiendo la política de desviar la atención del problema principal, el gobierno de Rajoy está dispuesto a iniciar una campaña patriótica al grito de Gibraltar español. La maniobra, montada justo en el momento en que se están destapando todos los negocios sucios del PP, toma como modelo los esperpénticos desplantes que el “caudillo” representaba periódicamente ante el gobierno inglés. En realidad, ni Franco pretendió nunca la devolución del Peñón a España (entre otras cosas porque Winston Churchill fue el principal cómplice europeo de su sanguinaria dictadura), ni Rajoy pretende ahora algo similar. El premier de Gibraltar, Fabian Picardo, enfurecido ante las largas colas de vehículos que se forman en la frontera e indignado por las tasas de entrada que se pretenden cobrar, se ha investido también de furor patriótico y ha recordado los días de la guerra de las Malvinas, llamando a Rajoy dictador al estilo del que fuera su Big brother, el general-Ísimo Francisco Franco. También ha retado al presidente español a llevar a los tribunales internacionales, tanto el asunto del arrecife artificial montado unilateralmente por Gibraltar, como el tema de las tarifas por vehículo que el gobierno piensa cobrar en la frontera. Rajoy ha recogido el reto y asegura que su gobierno volverá a plantear la legitimidad de que Gibraltar continúe siendo territorio británico. La devolución de Gibraltar debe seguir inevitablemente el mismo camino que siguieron la India, Australia y extensos territorios del sureste africano, algunos de los cualesse mantuvieron hasta bien entrado el siglo XX bajo dominio inglés. La misma isla de Menorca, ocupada por los ingleses a la vez que Gibraltar, tardó apenas un siglo en volver a ser territorio español. El ejemplo más reciente de que una colonia acaba volviendo siempre a manos de sus legítimos propietarios lo tenemos en Hong Kong. De cualquier forma, iniciar una política de agresividad burocrática contra el Reino Unido por parte de un país cuya forma de gobierno es ilegítima resulta ridículo. Si España quiere plantear ante foros internacionales la devolución del Peñón necesita demostrar previamente que los tratados que lo entregaron a Gran Bretaña proceden de un rey impuesto desde Francia (Felipe V, el primer borbón que puso sus reales pezuñas en territorio español). Esta imposición no puede considerarse legítima, como tampoco fueron legítimos todos los actos que de ella emanaron, entre otros el tratado de Utrecht que entregó The Rock a Inglaterra en 1713. Otro asunto que requeriría, esta vez sí, una contundente y enérgica respuesta es el hecho de que el Reino Unido envíe naves militares a Gibraltar. En este aspecto Rajoy debería mostrarse estricto e impedir que cualquier barcoo submarino de guerra entre en El Peñón. Sin embargo, una decisión así supondría la inmediata y oportuna salida española de la OTAN y esoel señor Rajoy no quiere ni oírlo mencionar. Por otra parte, desde la mentalidad católica y apostólica que pretenden volver a imponer en España, el gobierno del señor Rajoy practica la política de ver la paja en ojo ajeno y obviar la viga en el propio. Un país que mantiene en Marruecos colonias como Ceuta y Melilla carece de legitimidad para reclamar la devolución de colonias extranjeras en su propio territorio. Si nos remitimos a la España actual, tampoco el sistema de gobierno que ahora convierte a los españoles en súbditos de un rey es legítimo. Por mucho que los monárquicos se rasguen las vestiduras enarbolando la grotesca Constitución del 78, la monarquía española no puede ser legítima porque fue impuesta por un dictador. El referéndum que puso a Juan Carlos en el poder fue, a todas luces, un chantaje al pueblo español que aún vivía bajo el terror de la dictadura franquista. Por otra parte, un gobierno que practica una abyecta sumisión a Estados Unidos (aliado indiscutible del Reino Unido), no dispone ni del prestigio internacional,ni de la presión diplomática necesariaspara solicitar formalmente la devolución de Gibraltar ante foros internacionales. Sólo cuando España recupere su legitimidad institucional y una tercera república devuelva a los españoles su perdida libertad, este país podrá iniciar, con la razón democrática que le corresponde, la resolución del problema de Gibraltar. Si hablamos de una república federal, la fórmula de gobierno ofrecería alternativas mucho más viables para llegar a un acuerdo amistoso con nuestros vecinos gibraltareños. Una vez más, la recuperación de la legitimidad republicana en España se impone sobre cualquier otra consideración.
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