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Las coaliciones pasan factura al partido minoritario



Una disyuntiva que se le plantea a muchos partidos es qué hacer cuando no consiguen mayoría para gobernar. En estos casos se necesitan articular pactos en las instituciones políticas para alcanzar mayorías que permitan gobernar de forma más o menos estable.

Cuando se produce esta circunstancia en la que son necesarios los pactos entre varios partidos para poder obtener mayoría de representantes en la institución política para gobernarla por mayoría hay distintas posibilidades y circunstancias que lo condicionan: pactos entre un partido mayoritario y uno o varios más pequeños o dos de tamaño más similares, también está la opción de pactos de investiduras y no entrar en el gobierno.


Generalmente la situación que nos encontramos, al menos en la política española, es que los partidos mayoritarios (sobre los que pivotan los pactos) sean los que están en la centralidad política y los partidos con los que pactan minoritarios que estén en los extremos ideológicos de sus espectro ideológico. Esto en España, porque en Europa hay casuísticas más diversas por una mayor tradición de pactos y de partidos más variados, con muchas semejanzas ideológicas.


Con el añadido de que en España, los partidos nacionalistas, durante el bipartidismo, han sido fundamentales para la gobernabilidad estatal y a su vez han jugado a intercambio reciproco de favores en el ámbito autonómico e incluso local. Así durante el bipartidismo más absoluto los nacionalistas catalanes y vascos de derechas han jugado un papel primordial en la conformación del gobierno estatal y en su estabilidad y han hecho pactos con los dos grandes partidos del bipartidismo indistintamente según las circunstancias electorales lo han demandado y el turnismo lo ha provocado.


Los partidos nacionalistas han ofrecido la estabilidad a los partidos de gobierno con los que han pactado pero siempre sin entrar en un gobierno central. Es decir, han utilizado los pactos para mantener su independencia y autonomía a cambio de mejoras políticas o de inversión para sus formaciones y/o territorios. También, a cambio de un apoyo a su gobierno regional, si este era necesario para gobernar en su región. Pero siempre teniendo claro que entrar en los gobiernos centrales no era buena idea y podía pasar factura política.


Conforme el bipartidismo se fue resquebrajando y tras surgir los nuevos partidos a partir del 15M, en 2014, los pactos se hicieron imprescindibles para obtener mayoría parlamentaria y para poder gobernar. Pero siempre siendo gobiernos monocolor con apoyo externo de otro(s) partido(s) pero sin entrar en los gobiernos.


No es hasta 2019, cuando se producen los primeros pactos para compartir gobierno. Gobierno que ya venían de la moción de censura que acabó con el Gobierno de Rajoy, que ha sido hasta ahora el único en perder una moción de censura en la historia reciente de los gobiernos de la nación. Los gobiernos de coalición, con más de un partido gobernando, se estrenaron con el PSOE y Unidos Podemos tras la moción de censura de 2018, que se reeditaron tras las elecciones de 2019 (ya entrando Unidas Podemos en el Gobierno).


Cuando se produce un pacto de gobierno entre dos o más partidos, con uno mayoritario, el o los minoritarios asumen que será el partido mayoritario el que asumirá el grueso de las carteras ministeriales, las más importantes y el que marcará la línea ideológica que imponga el gobierno de coalición.


Generalmente, los partidos minoritarios en estas circunstancias no suelen entrar en los gobiernos, porque terminan pagando electoralmente el asumir que el partido mayoritario, siempre más moderado y en la centralidad política, modere las políticas de la coalición. El minoritario, más en el extremo ideológico, paga ante sus electores el haber moderado sus políticas y mensajes.


Así ocurrió con el gobierno de coalición del PSOE e IU en Andalucía en 2012, donde se vio desplazado del poder por un adelanto electoral y pagar electoralmente las consecuencias de su moderación programática. Además, IU sufrió las consecuencias de la aparición de los nuevos partidos surgidos tras el 15M de 2014: Podemos, con una propuesta social más radical, desplazó a IU como el referente en la izquierda más alternativa al poder del bipartidismo.


Cuando un partido pequeño y más radical entra en un gobierno de coalición, siempre le termina pasando factura porque las propuestas ideológicas del más pequeño siempre terminan moderándose y difícilmente se llegan a cumplir. El mayoritario es el que termina capitalizando el gobierno de coalición y dando lo que se conoce como el “abrazo del oso”: deja en una extrema debilidad al partido más pequeño y más radical, que termina decepcionando a un electorado que esperaba propuestas más sociales y radicales.


Esto, que tiene bastante lógica, es lo que llevaba a los partidos nacionalistas catalanes y vascos a no entrar en gobiernos de coalición con PP o PSOE y limitarse a darle apoyo parlamentario. Así, no asumen los inconvenientes que tiene participar en un gobierno de coalición, donde el partido minoritario siempre sufre por asumir la ideología y las políticas del mayoritario.


En esta situación, y no después de mucho debate interno, se materializaron pactos de gobierno entre PSOE y Unidos Podemos en 2015 y 2016. Llegamos al 2018, la moción de Censura a un PP. Gobierno que gobernaba con los pactos parlamentarios de CS y el PNV, pero sin entrar ninguno de los dos en el gobierno. El cambio de alianzas del PNV propició que triunfara la moción de censura y que (tras un año) Unidos Podemos entrara en el gobierno de coalición con el PSOE. Un Unidos Podemos que, desde su entrada, en el gobierno de coalición se ha ido desangrando tanto por las divisiones internas, como por asumir el coste de los gobiernos de coalición con un partido mayoritario que ha impuesto sus tesis dentro del gobierno de coalición. Como consecuencia, el electorado del partido minoritario se termina sintiendo traicionados, esto que le pasaba a IU en el pasado en los gobiernos autonómicos, le ha vuelto a pasar a este pacto de gobierno entre PSOE y Unidas Podemos.


Aunque en política nada es científico ni determinante, la lógica dice que es mejor un pacto parlamentario que entrar en un gobierno de coalición. Pactar desde fuera del gobierno, en pactos parlamentarios, le permite al partido minoritario mantener su independencia ideológica y negociar el apoyo parlamentario puntual, sin tener que asumir que el partido mayoritario termine imponiendo su agenda y teniendo que asumirla si se quiere seguir en el gobierno.


Esto que es de una lógica aplastante y que también sabían los partidos nacionalistas de derecha, que siempre evitaron entrar en gobiernos de coalición con el partido mayoritario. En la izquierda española, siempre ha sido su mayor rémora, le pasaba a IU en los gobiernos autonómicos cuando pactaba con el PSOE e incluso le pasó al BNG en Galicia cuando pactó con el PSOE.


Por esta lógica, y por la experiencia empírica, lo de entrar en un gobierno de coalición, siendo un partido minoritario suele acabar mal. Porque el ideario ideológico del pequeño difícilmente se termina llevando a cabo aunque esté firmado en los pactos de gobierno. Eso pasa factura a su electorado.


Por este motivo, en el A-B-C de la izquierda y, sobre todo, cuando eres un partido minoritario, lo de entrar en un gobierno con el partido más grande, y en este caso el PSOE, es sinónimo de “abrazo deloso”. Por tanto, de la pérdida de apoyos electorales. El electorado más de izquierda se siente traicionado.

Por eso, es siempre mejor apoyar desde fuera, parlamentariamente, lo que se crea necesario y que vaya con sus postulados sin tener que asumir en el gobierno las decisiones del partido mayoritario.


En el caso de Unidas Podemos en esta legislatura ha tenido que asumir el fervoroso otanismo, la entrega del pueblo saharaui al dictador de Marruecos, una no reforma laboral que se ha vendido como buena, pero que con la inflación galopante, la subida de salarios muy por debajo de la inflación y el aumento del trabajo parcial y ha hecho que las clases trabajadores pierdan poder adquisitivo continuamente.


La negativa a la creación de una Empresa Publica Energética por parte del PSOE y la subida galopante de los precios energéticos que se ha dejado a la buena voluntad y la empatía social de las multinacionales. Sin una empresa pública energética se ha hecho valer una legislación infame hecha a la medida de las empresas que le permitía maximizar beneficios.

El blindaje de la corrupción monárquica, la NO derogación de la Ley Mordaza, la No derogación de la Ley Sanitaria de 1997 que permitía, y permite, la privatización creciente de la Sanidad Pública, la falta de una ley educativa que permita la financiación suficiente para una educación pública de calidad y que no siga aumentando el presupuesto público para financiar la educación concertada, la falta de una política de vivienda social en alquiler, la inexistencia de una reforma fiscal progresiva y una larga lista de medidas sociales y económicas que eran promesas electorales y estaban en los pactos de gobierno y que no se han cumplido. Estas promesas incumplidas siempre afectan, en mayor medida, al partido pequeño, que es el que mayores promesas sociales hace en ese aspecto y el que más lo sufre ante su electorado al incumplirse las promesas.


Todo ello termina pesando más en el balance del aspecto negativo para el partido pequeño y sus electores. Ya que las medidas sociales que termina arrancando al mayoritario en muchos casos no termina de capitalizar. En última instancia esas medidas, tras arduas negociaciones, terminan muy difuminadas cuando terminan traduciéndose en leyes.


Desde fuera del gobierno se puede y se tiene mayor independencia para obligar al partido mayoritario a hacer cumplir acuerdos y se tiene mayor fuerza a la hora de negociar. Por eso en ningún caso es recomendable entrar en un gobierno de coalición de la izquierda con el PSOE porque, tanto la historia como la experiencia, dicen que se termina pagando electoralmente.


En definitiva, ¡huye de los pactos de gobierno de coalición si eres un partido pequeño y tu socio de coalición es el PSOE! Porque tienes garantizado el «abrazo del oso» y la pérdida de votantes.

Los sillones, en la mayoría de estos casos, suelen salir caros y no son rentables electoralmente porque siempre terminarás decepcionando a tu electorado y asumiendo cosas inasumibles para un electorado de izquierdas.

Juanmi Acejo

Secretario Provincial de Alternativa Republicana en Málaga. Fue candidato a la alcaldía de Málaga en las elecciones municipales de 2023.

Articulo publicado en LA NUEVA ANDALUZÍA

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