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Confluencia si, confluencia no, confluencia, madre, la que traigo yo


Javier Sola

Y así llegamos a la Gran Encrucijada de la Historia de la Izquierda política de España. Tenemos delante una decisión importante que tomar, ¿seguimos como hasta ahora, cada uno de su padre y de su madre y cada cual por su camino?, o por el contrario, ¿caminamos todos juntos para responder a la demanda de la ciudadanía? La experiencia nos dice que lo primero no nos ha llevado nunca a ningún sitio, que a menudo nos hemos confundido de enemigo y que nos hemos dedicado a zurrarnos la badana entre nosotros, mientras que el sistema se nos descojonaba en la cara y seguía a lo suyo, es decir a enriquecer aún más a los ricos y a empobrecer aún más a los pobres, a acabar con la Democracia, la de verdad, no la suya, con el tejido productivo y social y a destruir esta España que en uno de los mayores alardes de hipocresía que he visto desde hace mucho tiempo y durante estos días, tanto quieren defender y proteger, esgrimiendo de manera integrista, cual libro rojo de Mao, una Constitución que niega la voluntad popular y considera esa voluntad popular como una agresión antidemocrática procedente en este caso de uno de los rincones del Estado; vamos que ya tenemos a los salvapatrias de siempre liderando la Santa Cruzada por la Unidad de España. ¿Desempolvarán el brazo incorrupto de Santa Teresa o la espada del Cid Campeador? Cualquier cosa, repito, cualquier cosa, y a buen entendedor pocas palabras bastan.

Dice el refrán que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, yo creo más bien que por muchos cabezazos que se da contra la pared, sigue y sigue, como el conejo de Duracel, embistiéndola con su terquedad a ver si hace el agujero cada vez más grande. Es decir que somos muy animales y que no aprendemos ni aprenderemos en la vida.

Por eso pienso que tal vez haya que cambiar de estrategia, es decir, sumarnos a quienes pretenden derribar el muro entre todos y es en ese momento, cuando ya hemos tomado la decisión de aportar nuestro esfuerzo, cuando nos encontramos ante una nueva bifurcación del camino y nos preguntamos… ¿cómo lo hacemos? Y entonces nos entra la puñetera duda existencial y ancestral. ¿Es esto una verdadera confluencia? ¿Se nos va a permitir participar en la misma como miembros de pleno derecho? ¿Se nos va a escuchar, se van a aceptar nuestras propuestas? Demasiadas preguntas ¿verdad? Sin embargo, todas ellas se pueden resumir en una sola, a lo mucho en dos. ¿Vamos a superar el miedo escénico alguna vez? ¿Vamos a superar al fin nuestros complejos? Sinceramente creo que ha llegado el momento, porque si no es ahora, ¿cuándo? Cierto es, que en un proceso de confluencia, hay que hacer propuestas, que esas propuestas hay que trabajarlas y tratar que se incluyan en programas, documentos y en dónde sea y exigir que una vez que se convierten en compromisos formales no se las lleve el viento como las hojas en otoño.


LOQUENOSUNE

Pienso que estos procesos de confluencia, son interesantes para seguir difundiendo este ideal y que tiene que llevar una firma detrás por supuesto, porque de esta manera proyectamos nuestro ideario y llevamos nuestra tarjeta de presentación, a la vez que conquistamos y nos hacemos por derecho propio un espacio en el teatro político de estos puntos cardinales llamados España; eso es hacer partido y eso es trabajar por y para la República. La alternativa hoy por hoy, no es otra, salvo y nadie me va a ver de esa manera, quedarse cómodamente sentado en el sillón, contándose las pelusas del ombligo y haciendo poca o ninguna autocrítica sin darnos cuenta de lo saludable de este ejercicio ya que eso nos permite corregir errores y crecer políticamente. Pero ojo, tampoco nos llamemos a engaño, por lo que vuelvo a hacer la pregunta: ¿Es esto confluencia? Tengo mis legitimas dudas, tras ver como todas esas buenas declaraciones de principios que se hicieron justo después de las pasadas elecciones municipales y se me apura, incluso antes, se han convertido en una competición para ver quien tiene la cabeza más gorda y quien puede derribar más trozo de pared. Y como resultado, volvemos a confundirnos de enemigo, cada uno por su lado y el sistema descojonándosenos otra vez en la cara, como siempre. Nadie tiene razón y nadie la deja de tener. Unos creen que es necesaria la confluencia, otros que sí pero que ya veremos, otros que a lo mejor y otros que directamente le dan la espalda a la realidad y mientras, el reloj sigue con su cuenta atrás. Cuenta atrás que se parará el 20-D, y cuando nos queramos dar cuenta, va a ser muy, pero que muy difícil volver a darle cuerda. Luego vendrán los reproches, que si tú no has hecho nada, que si no has remado en la misma dirección, que si la dirección en la que se ha remado no es la correcta y un etcétera infinito… y mientras, el Sistema descojonándosenos nuevamente en la cara. ¿Qué hacemos pues? ¿Nos quedamos sentados en el sillón, contándonos las pelusas del ombligo o aprovechamos estas ventanas que de vez en cuando se abren para estar presentes en el escenario y para hablar de República hasta que la gente vea a su alrededor solo en tres colores? Yo opino lo segundo porque estando las cosas como están, ese ha de ser nuestro objetivo, crear conciencia republicana y crecer, crecer y crecer. Todo cuesta trabajo, cierto, un enorme trabajo y a veces sacrificio altruista, pero hay que hacerlo, desde el respeto, la comprensión y la colaboración por parte de todas las partes implicadas. Para eso estamos ¿no? Cuando uno adquiere un compromiso para con los demás, lo está haciendo también para consigo mismo, así que seamos coherentes y honestos con nosotros mismos. Reflexionemos y dejemos de embestir contra la pared una y otra vez porque al final, lo único que tendremos será un dolor de cabeza y la pérdida del espacio político que nos hayamos podido ganar, tras un largo y arduo trabajo. Unámonos para hablar de República, allá donde sea necesario, tomando un café entre compañeros o participando en procesos de confluencia, todos estos escenarios son válidos; no nos cerremos puertas, porque luego, cuando queramos llamar otra vez, que se tenga por seguro que no nos las van a abrir y lo único que habremos conseguido será contribuir a la debilidad en incluso a la muerte por inanición de un ideal por el que personalmente voy a batirme el cobre sea donde sea y codo con codo con quienes opinan como yo, que haberlos haylos y no pocos. Como dijo Darwin, no sobrevive el más fuerte, si no el que mejor se adapta, y en política, se puede hacer sin renunciar ni un ápice a tus propios principios, os lo aseguro.

 

Alternativa Republicana no se identifica necesariamente con los contenidos publicados, excepto cuando son firmados por la propia organización.

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